jueves, 27 de noviembre de 2008

CARTA A MI HERMANA MENOR


No sé ni cómo empezar a escribir, quisiera supieras tantas cosas. Hablarlas no puedo, porque al igual que yo renegaba con mi mamá, tu ahora lo haces conmigo y con ella. Admito que tal vez sea porque me ves como tu segunda mamá, son diez años los que nos llevamos tú y yo; pero soy tu hermana, la mayor, la que juega contigo, la que se pelea, la que muy de vez en cuando puede mentir contigo. La que hoy te escribe estas líneas para darte a conocer el inmenso amor que tiene al preocuparse por ti.

Recuerdo aquella tarde como si fuera ayer. Mi mamá se paró afuera de un laboratorio ubicado en la calle Independencia del centro de la Ciudad. Se bajó y nos dejó en el carro a mi y a tu hermano. Cuando regreso nos dio la noticia ¡tendríamos un hermanito! (pues todavía no sabíamos que eras una niña). Hasta la fecha, cuando reniego de tus berrinches y tu desorden mi mamá me dice: ¿Te acuerdas que lloraste cuando te di la noticia?
Y efectivamente así fue, lloré por que tendría un hermanito o hermanita, ya tenía a Amir pero hacía falta alguien más pequeño que nosotros. Amir y yo estábamos emocionados nos peleábamos por escoger en que cuarto dormirías, y afortunadamente estás conmigo todas las noches para hacerme compañía, para brincarte a mi cama cuando tienes una pesadilla o para yo irme a la tuya cuando yo soy la que tiene miedo.

El día en que llegaste al mundo fuimos saliendo de la escuela a conocerte, sólo te pudimos ver a través de una ventana. Estabas lindísima ¡muy mona!. Eras en ese momento la cosita más pequeña que había visto. Pues aunque soy más grande que Amir, no recuerdo como lucía, pero supongo que igual de guapo a como está ahora.
No recuerdo que fueras chillona, eso sí muy dormilona y risueña. Creo que con quien reías más era con mi abuelito, quizá porque ya sabías que la mayor parte de tu tiempo la pasarías con él.

Mientras más grandota más curiosa te veías, tratabas de hacer lo mismo que Amir y yo hacíamos. Si nos veías leer tú fingías leer también, nunca supimos que leías a tus dos años de edad en un periódico de ofertas. Si cantábamos tu cantabas, y creo que nunca pudimos jugarte una broma pues te dabas cuenta demasiado rápido. ¡Vaya que eras muy lista!.
Hubo un tiempo que tu mami estudió por las tardes. Y a mis doce años me confió a su pequeña de dos. Te cuidaba, te bañaba y vestía. Jugábamos y cantábamos. Eras para mí como una muñequita. Tal vez, por todos los cuidados que te di que siento la necesidad de cuidarte como lo hago o como dices tú de “meterme en tus cosas”.

No me meto, sólo que al igual que mi mami quiero saber que pasa a tu alrededor, que cosas nuevas has vivido.
Recuerda que soy diez años mayor que tu, que como dice mi mamá: “cuando tu vas, yo ya fui y vine”. Que a mi mami podrás mentirle, pero a mi señorita no, eso sí que no. ¿Y sabes por qué? Porque yo también soy hija, y todo cuanto tú estás viviendo yo ya lo viví.
Y todo lo que viene en tu vida, es bello. Por eso me “meto en tus cosas”, porque yo llore cuando no tenía que llorar. Porque yo me adelante cuando no me tenía que adelantar.
Mi intención no es “inmiscuirme” en tus cosas, mi intención es que vivas la felicidad de tu infancia sin preocupaciones que aun no te tocan; la alegría de tu adolescencia con responsabilidad. Para que cuando ya seas toda una joven puedas estar a gusto con todo lo que viviste. Estar tranquila de que siempre hiciste lo correcto.

No te digo que no te vas a equivocar, porque de los errores se aprende. Pero te digo un secreto que yo nunca quise creer y que hasta hoy se que funciona para poder hacer siempre las cosas lo mejor posible: ¡Hazle caso a tu mami y a tus “abues”!. Todo cuanto te dicen no es por molestar. Sus consejos van llenos de sabiduría y de amor, con toda la intención de que lo que hagas sea lo correcto; no es para molestarte ni para que seas alguien aburrido. Al contrario es para que seas alguien feliz, muy feliz.

Yo como tu hermana mayor, te diré otro secreto. Vive las cosas en el momento que te tocan. No porque unos las hagan creas que están bien. Si tú no te sientas a gusto al actuar como tus amigas o amigos, no lo hagas señal de que no es para ti. No por ser aceptada hagas o digas cosas que no son para ti. Si la gente quiere ser tu amigo, debe aceptarte tal cual eres, no debes mentir para que lo hagan.

Eres mi hermanita menor, mi sope, mi chiquilla chillona, mi “abby patosa”; y lo que menos quiero es verte triste. Eres una niña lista y sabes que no queremos molestarte. Todos cuanto se preocupan por ti te aman. Sé más inteligente de lo que yo fui, escucha a tu mami, pon atención a lo que te dicen tus abuelitos. Y ten confianza en tus hermanos. Porque nadie más que tu familia, puedes estar segura que harán las cosas por tu bien.

Y recuerda que mientras estemos en el mismo cuarto, ¡la tele sólo la programo yo! ;)

TE AMA TU HERMANA MAYOR

1 comentario:

Paulina dijo...

Hola prima! Wow! ya caiste en la tentación del blog? qué bien! bueno lo que pasa es q ya te habia escrito un largo comentario sobre la carta que le hiciste a Ashanti pero esta cochinadita de compu...ya ves!
pero en fin, en si lo que queria decirte es que: cómo crecen! jojo, lo recuerdo como si hubiera sido ayer cuando comiamos salchichas asadas...espera, eso fue ayer...
ja no te creas
el caso es que pienso que deberiamos aprovechar mucho el tiempo con el que ahora contamos por que luego ni chance vamos a tener...las personas crecen y nosotros algun dia tendremos que hacerlo, espero que en un futuro no nos tengamos que separar...te quuiero mucho :)